Opinión

Lo que tu patria puede hacer por ti


Kennedy_bros

Soy de aquellos que creen en la libertad de las personas y por tanto no fío demasiado de los determinismos.

Pero es cierto que hay factores que pueden favorecer o perjudicar ciertas empresas.

En el caso de España (y de los españoles, que es lo mismo) está claro que nuestra proverbial ojalatería, nos pierde.

No, no me he confundido. He puesto y he dicho ojalatería (a pesar de que el corrector se empeñe en lo contrario). Ojalatería, decir muchas veces ojalá. El cuento de la lechera, vamos.

Ojalá estuviera en un país que me diera la oportunidad de trabajar. Ojalá alguien ponga dinero para que yo investigue. Ojalá alguien cambie esto. Ojalá alguien eche a estos corruptos políticos y sindicalistas.

Pues, así vamos como vamos. Y lo que se peor, de Finisterre a Cabo de Gata, de Tarifa a Cabo Machimaco, somos todos muy parecidos. En todas partes la culpa es de otro y son los demás los que tienen obligaciones. El que pasa la calle solo en semáforo verde es un carca y el que deja limpio el retrete un innombrable. Se prima al astuto y no al que lucha, se valora al que tiene suerte y no al que la busca y la trabaja día a día. Aquí, en fin, el pendulazo; tras el cura para atizarle o con el cirio.

Es imperativo cambiar esa forma de conjugar los verbos y de pensar. Voy a trabajar. Voy a investigar y para ello voy a… Voy a ver qué he hecho yo para ser corrupto y dejar de hacerlo, la corrupción política es solo el reflejo de una sociedad corrupta en su base. Debemos valorar el aquí y el ahora. No hay otro tiempo que el que nos ha tocado. Es en este momento (hoy es siempre todavía, que decía Machado) es cuando debemos cada uno de nosotros ser excelentes. Las naciones que lo enseñan así a sus hijos, progresan. Las que no, se ahogan en el lodazal de sus lloros. Y ahora, nos estamos llorando.

O sea, en pocas palabras, lo del memorable discurso de J.F. Kenedy: no te preguntes que puede hacer tu patria por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu patria (comunidad, ciudad, sociedad, añado yo).  Si no lo hacemos, el bucle histórico infinito cogerá a nuestro hijos entre la «ojalata» de hojalata y los aplastará.

En nuestras manos queda.

Estándar
Opinión

Hablen para adentro, por favor


English: A photo of The Thinker by Rodin locat...

English: A photo of The Thinker by Rodin located at the Musée Rodin in Paris (Photo credit: Wikipedia)

He quedado profundamente impresionado por el artículo de hoy de Enric González en el diario El Mundo.

Se trata de uno de esos artículos que justifican con creces lo que uno paga por un periódico en papel. De esos artículos como los de Alfonso Ussía que le hacen a uno reconciliarse con la humanidad y silbar andando alegremente.

El artículo se titula Silencio y es de lo mejor que he leído en mucho tiempo. El artículo empieza con una aguda obviedad una tremenda insignificancia que marca terreno y eleva al que lo lee «la base de la civilización es la palabra». Parece el principio del Evangelio de san Juan «Al principio era el Verbo…». Una vez establecido esto, afirma algo no tan obvio pero no por ello menos cierto: la base de la convivencia es el silencio. El silencio, entiendo, no establecido sobre la base de la ausencia de ruido sino más bien como el fruto de un esfuerzo por no decir o proclamar a los cuatro vientos algo que nos pueda costar una falta de comunicación con los que hemos establecido esa civilización. Me viene a la memoria el viejo refrán de que el hombre es dueño de sus silencios, pero esclavo de sus palabras.

 

Enric desgrana un perfecto y ameno artículo que debe ser leído y rumiado (este es de los artículos que hay que rumiar) para terminar proclamando unas preguntas retóricas muy ajustadas al momento que hoy vivimos. ¿No podríamos callarnos de vez en cuando? ¿No estaría bien que, por una temporada, simuláramos ser ciudadanos adultos de un país civilizado? Con esta fina ironía deja claro un anhelo que tenemos algunos desde hace muchos siglos: que nuestra patria deje de estar bajo el influjo cainita de los partidarios y los detractores, de los «pro» y los «contra» y que ambas facciones dejen de embestirse y piensen, o sea, hablen para adentro.

 

Estándar