Opinión

Hablen para adentro, por favor


English: A photo of The Thinker by Rodin locat...

English: A photo of The Thinker by Rodin located at the Musée Rodin in Paris (Photo credit: Wikipedia)

He quedado profundamente impresionado por el artículo de hoy de Enric González en el diario El Mundo.

Se trata de uno de esos artículos que justifican con creces lo que uno paga por un periódico en papel. De esos artículos como los de Alfonso Ussía que le hacen a uno reconciliarse con la humanidad y silbar andando alegremente.

El artículo se titula Silencio y es de lo mejor que he leído en mucho tiempo. El artículo empieza con una aguda obviedad una tremenda insignificancia que marca terreno y eleva al que lo lee «la base de la civilización es la palabra». Parece el principio del Evangelio de san Juan «Al principio era el Verbo…». Una vez establecido esto, afirma algo no tan obvio pero no por ello menos cierto: la base de la convivencia es el silencio. El silencio, entiendo, no establecido sobre la base de la ausencia de ruido sino más bien como el fruto de un esfuerzo por no decir o proclamar a los cuatro vientos algo que nos pueda costar una falta de comunicación con los que hemos establecido esa civilización. Me viene a la memoria el viejo refrán de que el hombre es dueño de sus silencios, pero esclavo de sus palabras.

 

Enric desgrana un perfecto y ameno artículo que debe ser leído y rumiado (este es de los artículos que hay que rumiar) para terminar proclamando unas preguntas retóricas muy ajustadas al momento que hoy vivimos. ¿No podríamos callarnos de vez en cuando? ¿No estaría bien que, por una temporada, simuláramos ser ciudadanos adultos de un país civilizado? Con esta fina ironía deja claro un anhelo que tenemos algunos desde hace muchos siglos: que nuestra patria deje de estar bajo el influjo cainita de los partidarios y los detractores, de los «pro» y los «contra» y que ambas facciones dejen de embestirse y piensen, o sea, hablen para adentro.

 

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